La calle desnuda. El silencio se apodera del entorno. Una paleta infinitamente gris sin matices baja del cielo. EL conoce el sendero que ELLA transita hasta su refugio. Espera. Piensa en aquellos momentos y la forma que se fueron desmoronando. La violencia interna escala. Lo delata la respiración ahogada. Visualiza su imagen al doblar la esquina. Se aferra a la «faca». Comienza a caminar a su encuentro disfrazado de rengo para evitar delatarse. Estrecha los cuerpos y hunde el vil metal cinco veces mientras la mano testigo de tanta saña tapa su boca, otrora sensual. Se desplazan sobre el muro. ELLA se desliza inerte alfombrando la vereda. EL camina. Llora sin mirar atrás.

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